LUSH, un mundo exuberantemente limpio

Cómo de una charla de peluquería nace un mundo más limpio y menos cruel.

Ya sabemos que los expertos en cómo dirigir un equipo de fútbol, un país, o salvar el mundo están manejando taxis o atendiendo una peluquería. En una de esas típicas conversaciones triviales, surgió una idea que cambió la banalidad del universo de la cosmética por hacer un mundo mejor.

Desde 1995, Lush marca el camino de la cosmética consciente con productos de colores intensos, formas atractivas, exhibidos como en una frutería. Dan ganas de darles un mordisco, pero vas a terminar sacando espuma por la boca.

Sus recetas son vegetarianas, en gran parte también veganas, y no son testeadas en animales. La mayoría son productos sólidos, por lo que no necesitan ningún tipo de envase. Más adelante te cuento qué beneficios tienen.

Los productos líquidos tienen envases que se pueden devolver a la tienda una vez vacíos. Por cada cinco envases devueltos te dan un beneficio. Las bolsas de las tiendas son de materiales reciclados y, desde 2007, la marca usa pochoclos (palomitas de maíz/popcorn) en lugar de material plástico para rellenar los espacios en paquetes grandes que se envían por correo.

Parece que tuviera todos los atributos de moda que toda marca debe tener, pero cuando empezaron, no había tanta conciencia sobre estos temas.

 

Ser respetuosos con el planeta es una elección ética.

 

¿Cuál es el plan maestro (no tan) secreto de Lush?

  1. Hacer productos para todas las necesidades. No se trata de lo que los clientes quieren, sino de lo que necesitan.
  2. Ser el número uno en cada categoría. No aceptar el statu quo; inventar nuevos productos que cumplan con su visión.
  3. Crear una revolución cosmética para salvar el planeta. Se nos acaba el tiempo: necesitamos una revolución.

¿Cómo comenzó la historia?

Lush fue fundada por Mark Constantine y Liz Weir. Se conocieron trabajando en un salón de belleza en los 70. Entre ¿cómo te gustaría el brushing? y tratamientos con cremas hidratantes, decidieron comenzar su propio negocio para hacer cosméticos naturales a partir de frutas y verduras. Algo que nadie hacía por ese entonces.

Lush abrió su primera tienda en 1995 en Poole, Inglaterra, a 180 km al sudoeste de Londres. La empresa creció y pasó a tener cerca de 1.000 tiendas y 11.000 trabajadores en 49 países del mundo.

El nombre lo eligieron por un concurso de clientes. Es bastante interesante que, en español, Lush significa “exuberante”, referido a la vegetación o la pulpa de las frutas, ¡qué pegada! También refiere a lo lujoso pero, curiosamente, en Inglaterra  se usa coloquialmente para describir a una persona atractiva, y en Estados Unidos, a los que tienen cultura alcohólica ¡Uff!

Una investigación entre sus clientes reveló que el 98% de ellos piensa que la industria del cuidado personal usa demasiado packaging, mientras que el 44% elegiría una marca con menos envase. Así obtuvieron una idea que lo cambió todo.

Evitar comprar basura

Los precios de los productos reflejan el costo de los ingredientes que contienen, no de los envases, afirman. Tampoco tienen ofertas especiales, como tentaciones de dos por uno, para no incentivar el consumo excesivo. El único momento en que hacen descuentos es en la venta de liquidación de los especiales de Navidad. Esos productos que nadie va a querer pasada esa fecha.

Seguro que en tu baño hay una colección de envases con productos que parecen que nunca se terminan. Aseguran que la mayoría acumulamos productos comprados por error, o porque el envase era llamativo o había una oferta tentadora. Por eso ofrecen un servicio personalizado en sus tiendas, para que compres solo lo que necesitás y sabés que vas a usar.

 

Lo que está y no se usa, es desperdicio aunque no esté en el cesto de basura.

 

Es una ecuación bastante lógica; si logran recomendarte el producto adecuado para tus necesidades, con una buena relación precio-calidad, ellos consiguen un cliente habitual, disminuye el consumo de productos innecesarios y no se desperdicia dinero ni recursos.

Es una idea de servicio a la antigua que cayó en desuso con el auge del autoservicio y los supermercados. Le dieron la vuelta, eliminando envases y, en cambio, se recupera el arte de la conversación y el servicio especializado.

Productos desnudos

Los productos sólidos como el jabón y las bombas de baño, necesitan muy poco para protegerlos. Podrías pensar que no tener envase es una pérdida enorme de potencial de comunicación. Sin embargo, sus bombas de baño se lucen más sin envase porque tienen colores y texturas que se mezclan como si fuesen de mármol. Se consagraron como toda una experiencia visualmente lisérgica porque, además de invadir el ambiente con un aroma intenso y por sus propiedades para la piel, terminan convertidas en obras de arte sobre el agua.

Me parece que como experiencia está muy buena, pero para mi tener una bola tan grande para un solo uso me parece un desperdicio, teniendo en cuenta que el espacio que ocupa es más que el de un jabón que tiene múltiples usos. 

En contrapartida al exceso de volumen de sus bombas, generan otras líneas de acción más eficientes. Por ejemplo, dicen que el costo de un gel de ducha típico es la mitad de lo que cuesta su envase. La etiqueta y la tapa cuestan más del doble que el el mismo gel.

Los productos embotellados en general contienen mucha agua, que es barata y permite cobrar más por el peso del producto. Las botellas grandes y pesadas incrementan la cantidad de envíos porque caben menos unidades en un transporte y generan más consumo por su peso. Ya sabemos que mayor consumo energético, es sinónimo de más contaminación si es de origen fósil, y si se trata de energía renovable, mayor demanda energética que no se puede usar para otros fines.

La ausencia de agua ayuda a que el producto no necesite conservantes. Te entiendo si pensás que ahorrando el costo del packaging y los conservantes, el producto debería ser más barato. Pero los productos sin envases contienen ingredientes concentrados que cuestan más y están presentes en mayor cantidad que en productos diluidos. Si además pensamos que son de comercio justo y orgánicos; eso encarece el costo. No esperes que los productos de este estilo sean baratos.

 

Lo que no pagamos con el bolsillo, lo paga el medio ambiente o la pobreza del agricultor. 

 

Lavado verde

A finales de 2007 lanzaron su primer jabón sin aceite de palma que, inteligentemente, denominaron Greenwash, que quiere decir “lavado verde”. Esa palabra se usa para condenar las malas prácticas cuando las empresas presentan un producto como respetuoso con el medio ambiente pero no lo es.

Debido al éxito del jabón, implementaron la mezcla que reemplaza el aceite de palma a otros productos, reduciendo la cantidad de aceite que compran. Sin embargo, muchos productos de Lush siguen conteniendo aceite de palma y derivados, aunque otras marcas, ni siquiera se preocupan en encontrar sustitutos. 

Hoy en día, el aceite de palma es sinónimo de problemas medioambientales y éticos como consecuencia de su producción intensiva en zonas del sudeste asiático. Es por la tala de bosques tropicales a gran escala para plantaciones de palma que ponen en peligro a las especies locales.

Desde 2017, Lush hace campaña contra la destrucción del hábitat de los orangutanes asociada al aceite de palma en Sumatra y, desde 2018, compró dos parcelas de tierra que bordean el ecosistema de Leuser en Sumatra para reforestarlas. 

 

La explotación natural no sería un problema si se preserva su ecosistema.

 

Una visión sin conservantes

Los fundadores de Lush sí tenían una visión; creían en productos con una buena relación precio-calidad, y con muchas bondades para el cuerpo y el medio ambiente. “Un deseo de algo más sano y más en sintonía con las flores y las abejas que con los rascacielos y el aire acondicionado”, recuerda Mark Constantine.

Los seres humanos nos hemos bañado e higienizado desde siempre. Bueh, a veces menos que otras. Antiguamente no existían los cosméticos que se desarrollaron en los últimos años con fórmulas demasiado sintéticas, complicadas y llenas de conservantes. “Llevamos toda la vida trabajando para eliminar los conservantes de nuestros productos, sin comprometer su efecto.”, dicen en la página web.

Algunas personas se quejan de los parabenos que tienen la mayoría de los cosméticos e incluso varios productos de Lush. Según varias investigaciones, son seguros, pero según otras, lo contrario. Si se pueden evitar, mejor, ya que son un “veneno” que se usa para matar bacterias y que el producto se preserve por más tiempo. En las cantidades que tienen los cosméticos, se supone que no son peligrosos para las personas.

La verdad es que si el producto se descompone por no tener conservantes, es un impacto negativo porque se desperdicia la energía y materiales involucrados en la producción. Por eso, la conservación es una parte a considerar y si la descuidamos, el producto y envase terminan en la basura.

 

Lo que menos queremos es más basura.

 

Según dicen, la intención de Lush es tener una gama de productos innovadora y eficaz, elaborada a mano con ingredientes frescos, con el objetivo final de eliminar por completo el uso de conservantes sintéticos. Veremos si lo logran y qué hacen otras marcas.

Sin crueldad

En los años 80, antes de Lush, trabajaron con Cruelty Free International para desarrollar un estándar de pruebas éticas, específicamente para cosméticos. Hay muchos sellos de conejitos que rezan “cruelty free”, algunos más cuestionados que otros, pero esa es la realidad de todas las certificaciones. Cada uno decide si cree o no en ellas.

“Siempre intentamos trabajar directamente con los agricultores o los productores y todos los ingredientes que compramos deben cumplir los requisitos de nuestra política contra el testado en animales”, dice uno de sus fundadores. Así además aseguran el comercio justo, evitando intermediarios, garantizando que los productores reciban un pago justo. Es lógico que si no tratan con crueldad a los animales tampoco lo hagan con las personas.

El comercio justo debería ser el único tipo de comercio.

Las personas de Lush

El comportamiento de una empresa no es solo el de sus dueños, sino también de las personas que trabajan para ellos. Por eso en Lush los empleados comparten un 10% de la compañía y así logran que sus colaboradores también se sientan orgullosos y dueños de los logros y los valores de la empresa. 

Muchos quieren trabajar en Lush, o en otras empresas similares, por sus valores, porque al menos intentan hacer negocios sin explotar a las personas, el planeta y los animales.

 

El propósito de una empresa genera compromiso y atrae el talento.

 

Así como desde la casa central realizan campañas activas sobre los derechos de los animales, los derechos humanos y la protección del medio ambiente, solicitan que los que tienen licencia de Lush hagan campaña, al menos una vez al año, sobre sus valores de marca a través de sus tiendas y su sitio web. Una empresa internacional coherente tiene que comportarse igual, sea del país que sea.

“Creemos en gente feliz que hace jabón feliz, en poner nuestras caras en nuestros productos y en hacer que nuestras madres se sientan orgullosas”, dicen. Por eso los productos se fabrican en espacios que parecen más bien grandes cocinas que fábricas. Trabajan muchas más personas que máquinas. Eso se puede ver en los productos que tienen un aspecto artesanal que les da un toque especial.


¿Se volvieron locos?

Como en Lush no utilizan los métodos publicitarios tradicionales, todo su éxito se debe al marketing, al packaging y al boca a boca. Sus clientes fieles hacen crecer el negocio, aunque en 2019 tomaron una decisión inesperada.

“Las redes sociales hacen cada vez más difícil hablar directamente entre nosotros.” Así anunciaban el cierre de sus cuentas de Instagram, Twitter y Facebook del Reino Unido. “Queremos que lo social sea más sobre las pasiones y menos sobre los “me gusta”.

 

El anti-marketing puede ser más poderoso que el marketing.

 

Lush también hace campaña con beneficencia. En 2010, crearon la Fundación Slush para ayudar a las personas que se dedican a la producción de ingredientes. La marca dona un 2% de lo que invierte en productos y en envases para impulsar proyectos regenerativos y de agricultura sostenible. Suena que 2% es poco, pero sabiendo que muchas empresas no donan, 2% es mejor que nada.

Con esa ayuda apoyan organizaciones que defienden los derechos animales y los protegen contra el maltrato. Respaldan 18 iniciativas de conservación del medio ambiente y la biodiversidad y más de 30 asociaciones que defienden los derechos humanos. Así ayudan más de lo que la misma empresa puede hacer, y en cada etiqueta de cada producto indican a qué organización de beneficencia estás ayudando con tu compra.

 

La voluntad de ayudar debe ser contagiada.

 

Ahora ya lo sabés; no subestimes las conversaciones que tengas en el taxi o la peluquería, porque esos «especialistas no reconocidos» en temas de interés mundial, pueden ser los creadores de la próxima empresa que salve el planeta.

 

Para resumir lo que vimos

Lush tienen en claro los temas importantes como:

  • La responsabilidad social, y lo demuestra con sus recetas, el comercio justo y evitando el maltrato animal en las pruebas.
  • En cada etiqueta cuentan todas las iniciativas en las que ayudan.
  • También reconocen la problemática ambiental y ayudan a reducir residuos y emisiones con sus productos sólidos.
  • Finalmente, tienen en cuenta la cadena de abastecimiento ética para no destruir los recursos naturales y evitar el uso de ingredientes sintéticos