¿Cómo son, o deberían ser, las botellas que hacen más eficiente el reciclaje?
Se puede evitar el residuo innecesario desde la creación de un producto si se tiene en cuenta qué va a suceder con aquello que se diseña después de que se usa.
Poner la reciclabilidad en el centro de los envases mediante la simplificación y la estandarización, podría facilitar la tarea de reciclado.
El vidrio con el que miras
Las botellas de vidrio son infinitamente reciclables, pero este material tiene algunas desventajas frente al plástico. Es más pesado y ocupa más espacio cuando se transporta para ser llenado o para ser reciclado. Por lo tanto, consume más combustible y emite más CO2.
Además es un material que se rompe con facilidad y puede ser peligroso. Sin embargo, un envase de vidrio provee opciones de reutilización que, con un simple lavado y esterilización, está listo para ser recargado para múltiples usos y así ahorra muchísima energía que implica su proceso de reciclaje.
Depender exclusivamente del vidrio para todas las botellas del mundo puede traer problemas serios de desabastecimiento y mayores emisiones relacionadas al transporte.
También existen algunas botellas hechas de pulpa de papel que son una buena alternativa si están dentro un circuito cerrado, donde se reciclan para volver a hacer nuevas botellas de papel. Talar árboles para fabricar botellas también puede traernos problemas graves.
Desgraciadamente, algunos se suben a esta alternativa como una moda, haciendo una cubierta de papel que envuelve a una botella plástica. A pesar de que así se utiliza un 50% menos de plástico, es imperdonable que la etiqueta diga que se trata de una botella de papel. (Gracias @Eveliomatos por el dato).
Aquí, allá y en todas partes
Es importante tener en cuenta cómo deberían ser las botellas para que sean más reciclables, y para poder reconocerlas. Especialmente las de plástico, que de alguna u otra manera seguirán existiendo.
El especialista en reciclaje, Edward Kosior*, comparte una serie de consideraciones para favorecer el proceso de reciclaje.
El plástico es un material barato, liviano, duradero, flexible y que se puede aplicar en múltiples usos. Por eso no es de extrañar que su demanda haya crecido exponencialmente en los últimos cincuenta años.
Según muestran varios informes, más de la mitad del plástico en el mundo se creó a partir del año 2000. Así que además de apuntar a reciclar lo que ya está fabricado, hay que aflojar con seguir produciendo envases de plástico virgen.
Como ya todos sabemos, este éxito representa a la vez una bendición y una maldición. Por un lado los plásticos hicieron nuestra vida más fácil, permitieron bajar costos y hacer productos más asequibles.
Pero la otra cara son los desafiantes problemas de contaminación que generan, desde la liberación de gases de efecto invernadero provenientes de la industria del petróleo, hasta los residuos que contaminan los ríos y océanos.
Como ya vengo repitiendo, es mejor reutilizar muchas veces un envase, y así evitar tener que consumir los recursos que implicaría reciclarlo. Pero cuando no se puede reutilizar, o cuando ya se presentan roturas estructurales, lo único que queda es reciclar el material. Tirar envases al medio ambiente nunca debería ser una opción.
La realidad es que el plástico va a seguir existiendo, y mientras eso suceda hay que hacer algo al respecto.
Reciclar más plásticos podría ayudar a:
- Evitar que los envases usados contaminen el medio ambiente.
- Sustituir la necesidad de producir nuevos plásticos.
- Reducir las emisiones de la incineración.
- Evitar exportar basura (sí, se despachan barcos llenos de basura para llevarla a otro país que cobra por recibirla)
Estamos jodidos
Así como están las cosas, los compromisos actuales de reciclaje tienen muy poco impacto.
El informe Breaking the Plastic Wave de PEW Trusts nos revela una verdad incómoda: incluso nuestros esfuerzos de reciclaje más desarrollados no son suficientes frente a la magnitud del reto al que nos enfrentamos, si queremos evitar llenar los océanos de plástico y sobrecalentar aún más nuestro planeta.
El informe calcula que en 2040 habrán entrado 29 millones de toneladas de plástico en los océanos. El plástico dura cientos de años, y hasta ahora se sabe que no se biodegrada, sino que se divide en micro-partículas que están por todas partes.
La cantidad acumulada de plástico en el océano podría crecer en 450 millones de toneladas en los próximos 20 años.
Queda claro que tenemos que tomar medidas drásticas, y una de ellas es aumentar ampliamente la capacidad de reciclaje. Un buen lugar para comenzar es repensar cómo se planifican los envases.
La mayoría de los envases que vemos no fueron pensados para facilitar su reciclado.
Los envases que vemos todos los días fueron diseñados con el objetivo principal de proteger su contenido, atraer al consumidor y diferenciarse de la competencia a través de una historia de marca.
Optimizar las características de reciclaje no suele estar dentro de la lista de prioridades. En parte es porque tampoco hay una presión masiva de los consumidores, ni tampoco regulaciones que obliguen a tener una conducta diferente, tanto de las empresas como de las personas.
Ponele la tapa
En los últimos 30 años se encontraron más de 20 millones de tapas de botellas durante la limpieza de playas en todo el mundo. Mejor ni hacer la cuenta de cuántas tapas hay en océano.
Todas las tapas deberían estar unidas a la botella.
Las tapas unidas pueden requerir más material que las comunes, pero se pueden diseñar para reducir su tamaño, altura y espesor para optimizarlas. Igual, el beneficio económico no debería pesar más que el beneficio ambiental, sino que debería buscarse un balance de ambos.
La Unión Europea publicó la Directiva 2019/904, que obliga al uso de tapas unidas en todas las botellas de PET de hasta 3 litros. No sé porqué no entran los botellones más grandes en dicha solicitud. Las empresas tienen hasta julio de 2024 para acatar la normativa.
Lo bueno de las regulaciones es que unifican los criterios; lo malo es que en los países fuera de su alcance no hay obligación alguna. Muchas empresas tienen sedes en varios continentes; sería bueno que cumplan con la norma globalmente aún si no fuera obligatorio acatarlas en otras regiones donde operan.
Unificación para el bien
La mayoría de las tapas de botellas de plástico están hechas de polietileno de alta densidad (HDPE o PEAD), o a veces de polipropileno (PP). Separar estos tipos de polímeros en el proceso de reciclaje es complicado. Por eso terminan en aplicaciones de bajo valor, o en un basurero.
Lo ideal sería unificar el mismo material por país, por región o globalmente.
Ya sé que esto puede parecer demasiado extremo, pero si todas las tapas fueran de color blanco natural se podrían reciclar todas juntas sin tener que separarlas por color.
Pero eso lo veo muy difícil, porque el color de la tapa es un punto de diferenciación para el consumidor, ya que gracias a él puede distinguir sabores o marcas.
Las botellas de plástico también tienen distintos colores. Muchas marcas se adueñaron de un color que las identifica y es entendible que no quieran resignarlo.
¿Preferimos tapas y botellas de colores, o un planeta más limpio?
El arco iris de colores que vemos en las botellas y las tapas es una muestra de lo importante que es el color para una marca, y a la vez, de lo poco que se tiene en cuenta facilitar el proceso reciclaje.
Las botellas de plástico de color son mucho más difíciles de reciclar de forma rentable frente a las de plástico transparente. Cuando todos los plásticos de colores se juntan se produce un color gris que tiene poca demanda comercial.
Sería posible separar los colores mediante equipos automáticos, pero la gran cantidad de variantes de colores hace que todo sea más difícil.
La botella ideal sería transparente, blanca o gris, y se podrían utilizar fundas termoencogibles para garantizar que la marca se vea con claridad, y que además sean fundas fáciles de extraer para separarlas en el proceso de reciclaje.
Aunque esta sugerencia puede verse cómo una pérdida de activos marcarios, ya se están viendo cambios en este sentido, y es muy bueno que así sea.
“Seamos claros, seamos verdes” es el mensaje de Sprite, que en varios países decidió recurrir al plástico transparente y quitar definitivamente el color verde de su botella. Un color que los venía acompañando desde 1959. Es una apuesta fuerte que tiene impacto positivo.
Reciclar plásticos pigmentados representa mayor complejidad en el proceso de reciclaje porque lleva más tiempo conseguir las cantidades necesarias para las entregas a las plantas recicladoras y permanecen más tiempo acopiados
“Las botellas transparentes se pueden reinsertar mucho más rápido en el circuito, y permiten reunir una mayor cantidad de toneladas”, explica Noelia Segovia, Presidente de la Cooperativa Creando.
Ahora que Sprite inició la conversación, es una buena oportunidad para sumarse.
Las buenas etiquetas
Muchos de los adhesivos que se utilizan en las etiquetas contaminan los flujos de reciclaje. En su lugar se pueden optar por etiquetas que tienen adhesivos fáciles de remover o bien pasar a fundas termoencogibles. Esas que envuelven al envase y copian su forma.
Los pegamentos agresivos son un problema, especialmente para algunos recicladores. Las propias etiquetas deberían ser fáciles de separar y reciclar para evitar cualquier residuo indeseado.
Evian (de Danone) lanzó en Abril de 2021 una botella sin etiqueta que tiene el logotipo grabado en sobrerrelieve en el cuerpo de la botella. La tapa es rosa; bueno, sigue dejando margen de mejora.
Esta nueva botella de 400ml está fabricada con plástico 100% reciclado y en la primera fase de lanzamiento es solo para restaurantes, hoteles y comercio electrónico.
La marca Salus (también de Danone) en Uruguay hizo lo mismo, pero lo bueno es que me confirmaron que se comercializa normalmente, ya que tiene en el reverso los textos legales en relieve y el código de barras impreso en la tapa. Aún no vi la imagen de eso. También está hecha con PET reciclado (rPET).
Eliminar la etiqueta es una decisión muy atrevida, pero evita el uso de un recurso de producción y también se libra de la necesidad de reciclarla, por lo que el ahorro es doble.
La botella ideal
Si desarrollamos botellas altamente reciclables, es probable que sean muy parecidas a las que las marcas utilizan hoy y dan un buen motivo de conversación con los consumidores.
¿Es el costo un obstáculo? Tenía la creencia que usar basura como materia prima era barato, pero resulta que transportarla, clasificarla, venderla, y procesarla hace que sea más costoso. Claro, el sistema está creado para producir nuevas botellas. Si cambiamos el sistema los costos deberían bajar.
Según, Edward Kosior*, una botella 100% reciclable debería costar menos de producir, aunque depende de muchos factores de acuerdo a la infraestructura local.
Empezando con las tapas producidas de un mismo material transparente o blanco, ya sería una mayor oportunidad de reciclarlas y evitar fabricar nuevas.
La eliminación del color en las botellas reduciría los costos de los masterbatches (los pigmentos que le dan el color al plástico), y centraría todos los elementos de diseño en el diseño estructural y las etiquetas con pegamento soluble en agua, o con fundas termoencogibles. Eso sí, también tenemos que agilizar y mejorar el reciclaje de las fundas.
Si el rendimiento del reciclaje aumenta, la disponibilidad del material reciclado sería mayor y menos costoso.
Necesitamos un cambio de mentalidad, y comunicarlo a los consumidores.
Quizás se podría hacer un acuerdo entre marcas para establecer buenas prácticas y que todas las adopten para hacer que sea más fácil implementarlas y aceptadas por la sociedad.
No se trata de crear una imagen de marca ecológica, sino de desarrollar una huella profunda que de verdad sea sostenible. No le pongamos caretas a las marcas, la verdad siempre sale a la luz en algún momento.
Igualmente tenemos que olvidarnos de la mentira de que el reciclaje es suficiente. Es el último recurso al que tenemos que apuntar luego de reducir y reutilizar.
(*) Edward Kosior tiene 46 años de experiencia en el reciclaje de plásticos como académico y trabajando en la industria. Participó en el diseño de plantas de reciclaje y patentó varios avances en materia de reciclaje.